LA FORMACION DE LOS REINOS CRISTIANOS Y SU EVOLUCIÓN.
1. Los primeros núcleos cristianos:
La entrada de los musulmanes en la península supone una ruptura de la unidad política y del orden social, político y religioso establecido durante el periodo visigodo.
Los visigodos firmaron con los musulmanes capitulaciones que respetaban las propiedades de los autóctonos exceptuando el porcentaje que se queda el Islam por derecho de conquista. Solo algunos nobles se resistieron y perdieron sus posesiones, y solo algunos se marcharon hacia las tierras del norte.
El norte peninsular es un territorio montañoso que no tiene especial interés para la ocupación del territorio, por escasez de población y de recursos. Además, igual que en épocas anteriores, los autóctonos lucharon ferozmente contra la invasión extranjera.
Desde el inicio encontramos dos núcleos de resistencia uno occidental en torno a la cordillera cantábrica y los montes vascos, poblado por población cántabra, astur y vasca, que se dedican al pastoreo y a la agricultura de subsistencia, y derrotan a los musulmanes en Covadonga en el 718 (722, la fecha es hoy todavía muy discutida entre los historiadores); y otro oriental en torno a los Pirineos, poblado por hispanorromanos (catalanes y aragoneses) y vascos que quedan bajo la órbita de influencia franca a través de la Marca Hispánica.
Así, la Hispania cristiana queda dividida en varios núcleos opuestos a la ocupación musulmana que se forman por defensa propia frente al invasor, en Asturias, o por ayuda del Imperio Carolingio que toma la tutela de estos territorios.
En la Marca hispánica se formarán los condados catalanes (Barcelona, Gerona, Ampurias, Rosellón y Urgel-Cerdaña), del que pronto destacará Barcelona, bajo la tutela del Imperio Carolingio. Esta tutela irá desapareciendo lentamente, pactando con los vecinos sarracenos[1] de Lérida y Tortosa, acercando su política al Califato. Finalmente en el 985 es atacada por Almanzor y Borrel (Conde de Barcelona) aprovecha la ocasión para romper con los carolingios, independizándose en 987.
Otro núcleo serán los condados aragoneses de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, que quedan bajo al tutela de los carolingios hasta que en el s. X pasan a depender de Navarra. No será hasta después de la muerte de Sancho III el Mayor de Navarra cuando consiga su independencia como reino.
Un tercer núcleo se sitúa en Navarra y Vascongadas. Si bien en un primer momento se impuso en este territorio la defensa carolingia que ocupan Huesca y Pamplona, en el 778 fueron rechazados los carolingios y en el 859 los musulmanes formándose un reino que contaba con la alianza de los asturianos que pronto se convertirá en árbitro de la política cristiana.
Estos territorios tienen en común una frontera cercana y poblada con los musulmanes que impide su crecimiento hacia el sur y obliga a su política a bascular hacia el norte, más allá de los Pirineos.
Por último, el reino de Asturias se forma, no con Pelayo, si no con Alfonso I (739-757) en el territorio que ocupa la cordillera cantábrica, desde Galicia por el oeste hasta Vascongadas por el este, y al sur servía de muralla la propia cordillera. La diferencia de este reino respecto a los demás núcleos es el gran despoblado que se produce entre la cordillera y el río Duero que permite un lento crecimiento y avance hacia el sur según se va repoblando el territorio.
El reino se forma con Cangas de Onís como primera capital y posteriormente Oviedo, albergando un importante número de población mozárabe que huye de territorio musulmán, desde la invasión. Quizás el grupo social más importante eran los clérigos, que recogían el ideario de defensa de la cristiandad, y valores y tradiciones anteriores a los musulmanes, herencia visigoda y romana, que forma la idea de reconquista del territorio perdido, más como recuperación del orden y unidad política perdida que como sentimiento religioso. Este no nace hasta el siglo XII, cuando se toma la idea de cruzada para llamar a la reconquista del territorio.
Alfonso II (791-841) extiende el reino asturiano hacia el este por Castilla, actual Cantabria, organizándolo como un condado fronterizo. Pero será con Alfonso III (866-910) cuando surge la idea de reconquista, extendiendo sus dominios a toda Galicia, llegando hasta Oporto y Coimbra, por el oeste; por el sur se instala en León y Astorga y funda Zamora en 893; por el este llega hasta La Rioja rivalizando con los navarros. Pretendió enlazar con la monarquía visigoda estableciendo un vehículo de propaganda a través de crónicas que ensalzan la batalla de Covadonga, por un lado, y cultivando el culto a Santiago en Compostela, por otro. Para Alfonso III la idea de cruzada no estaba vinculada a un sentimiento religioso, pero se dio cuenta del potencial que tendría cultivar el culto al Apóstol para legitimar el reino de Asturias. En torno al culto a Santiago se forma una red de comunicación que entronca con Europa central y que servirá de vehículo de comunicación de las ideas reformistas de Cluny y del Císter que traerá a España el románico, el gótico y las implicaciones culturales que éstos movimientos conllevan. Además, en torno al camino se construyen hospederías y albergues, una red de turismo religioso que procede desde los caminos de Francia y que confluyen en Santiago, dejando huella en Santo Domingo de Silos, Burgos, Astorga, Nájera, Carrión de los Condes… Gracias a la difusión del culto se publica la primera guía turística, con indicaciones del camino, lugares de interés, gastronomía típica… La iglesia acepta el culto a Santiago y convierte a ésta ciudad en una ciudad santa como Roma o Jerusalén.
Su sucesor, Ordoño II (914-924) instala la capital en León y se hace coronar emperador con la pretensión de lograr la unidad de la España cristiana bajo su dominio. A partir de este momento la reconquista sigue en el sur y en 941 se toma Salamanca al sur del Duero.
El hecho más importante de éste periodo, a pesar de lo ya comentado, es la ascensión del Condado de Castilla. Nace en el sureste del reino astur con la idea de formar una frontera entre el reino cristiano y los territorios musulmanes. Para ello se dota a la población de unas libertades que no tienen parangón en la Europa feudal del momento. No había restricciones jurídicas para los campesinos, que eran dueños de sus tierras, y libres. Se fundan behetrías, es decir, aldeas con derecho de elegir a su señor, institución que permanece en el tiempo y que dota a Castilla de un carácter específico. Además se trata de una tierra adquirida por derecho de uso, es decir, no había concesiones reales, cada uno tomaba lo que podía cultivar (presura) como colonos libres, con la única condición de quedarse y defender el territorio, Incluso a los delincuentes se les perdonaron sus delitos y no podían ser perseguidos. Con esta intención, se construye una densa red castillos que no impide más de un ataque al año por los musulmanes, pero que no frena la repoblación del territorio. Dada la escasez de ciudades en la zona se funda Burgos en 884, erigiéndose en centro de todo el territorio.
Los municipios castellanos estaban organizados por asambleas generales de todos los vecinos, concejos abiertos, donde se eligen a sus magistrados, piden cuentas a los salientes o se toman decisiones sobre el empedrado de calles, creación de puentes o mercados, e incluso, votaban sus propios impuestos.
La sociedad castellana es una sociedad con una amplia movilidad social. En la cúspide están los ricoshombres (alta nobleza) por debajo los infanzones (baja nobleza), o hidalgos. Por debajo, los villanos o campesinos. Un campesino trabajaba la tierra y cogía la espada si era necesario, el hecho de capturar un caballo y mantenerlo le convertía en caballero. Las riquezas acumuladas en las batallas y expediciones permitían su ascenso a ricohombre. Este es el caso que se narra en el Mio Cid. Este hecho confiere a la sociedad castellana un marcado carácter militar que se prolongará en el tiempo mientras dura la reconquista y después con América, lo que hace que el castellano se sienta más cerca de los valores militares de los terratenientes que le permiten ascender en la escala social, más que los valores de comerciantes y burgueses, a los que no ven como posible salida o ascenso en su escala social.
Este carácter viene a definir una identidad distinta y opuesta a la sociedad asentada en León, de tradición visigoda, aristocrática, unitaria y más inmovilista, lo que hace que se identifique como realidad distinta a partir de Fernán González, como Condado independiente desde 932, pasando después a depender de Navarra.
Fue Castilla la que en gran medida hizo España, su lengua, el castellano, acabaría siendo el español, que tras el descubrimiento de América tendría vocación universal. La lucha por su independencia y la formación de un estado vasco-castellano se formó sobre una base popular y contractual, con una concepción política distinta del resto de estados feudales, más democrática.
2. La preponderancia cristiana: Aragón, Castilla, Navarra y Portugal.
Navarra:
El año 1.035 se produce la muerte del rey de Navarra Sancho III (1.000-1.035) el Mayor, quién unificó bajo su reinado, Navarra, los condados pirenaicos de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, Castilla, desde 1.029, y tomó León en 1.034. Navarra era el reino más poderoso de la España cristiana. Pero consideró todos estos territorios como bienes patrimoniales de los que podía disponer a su antojo. A su muerte los repartió entre sus hijos. Al hijo mayor, García le dejó Navarra. Aragón y el este de Navarra a Ramiro, Gonzalo Sobrarbe y Ribagorza; y Castilla a Fernando como rey independiente. De su herencia nacen dos nuevos reinos que serán a posteriori los que protagonicen la unidad política de España. En el 1.076 Navarra fue repartida entre el territorio navarro para Aragón el Vascongadas y Rioja para Castilla. Navarra no volvió a ser independiente hasta 1.134 con la proclamación de García Ramírez como rey. A partir de entonces estuvo encajada entre los reinos de Castilla que cerraba su expansión por el oeste y por el sur, Aragón por el este y Francia por el Norte. Desde este momento abandona la reconquista participando de manera destacada en la unión de fuerzas cristianos contra los musulmanes en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa. Su política se centra en sus intereses en el sur de Francia con la que mantiene una estrecha relación gracias a las dinastías francesas que se imponen desde 1234 (Champagne, Evreux, Foix); y en un juego de alianzas que bascula entre sus tres grandes vecinos, con la única intención de la supervivencia del reino que finalmente pierde de manera definitiva en 1512 por Fernando II “el Católico”, incorporándose a la corona de Aragón.
Aragón:
La corona de Aragón nace de la herencia Navarra que crea un reino independiente en torno al núcleo pirenaico pero desligado de la influencia catalana. En un principio se reduce su área de influencia a algunos valles como el del Aragón en Jaca. Su expansión hacia el sur es lenta, destacando la conquista de Huesca y sobre todo de Zaragoza, donde se instalará la capital en 1.118 por parte del rey Alfonso I el Batallador.
La toma de Zaragoza supone la expansión del territorio hacia el sur pues hacia el este había un gran despoblado con el desierto de los Monegros, y hacia el oeste otro con las Bárdenas. La expansión hacia el sur se hace manteniendo la mayor parte de la población musulmana con lo cual no se mantiene la productividad agraria y artesanal que tenía la taifa de Zaragoza.
Durante un tiempo la corona de Aragón estuvo unida a Navarra pero la unión definitiva se realizó con Cataluña. Alfonso I muere en 1.134 sin dejar descendencia y deja el trono en manos de las órdenes militares. Los aragoneses pusieron en el trono a su hermano Ramiro, que dejó los votos mientras estuvo en el poder, se casó y tuvo una hija, Petronila a la que prometió con Ramón Berenguer IV de Barcelona, que ejerció de regente y Ramiro se retiró a su monasterio. El hijo de ambos heredó los dos territorios. En 1.344 con Pedro IV el Ceremonioso se tornó en una unión definitiva. La expansión hacia el sur la realizó Jaime I el Conquistador (1.213-1.276), que conquista Baleares desde 1.229 hasta 1235, Valencia desde 1232 hasta 1245. Con Jaime II (1.291-1.327) se inicia la conquista del Mediterráneo, hacia donde bascula su política desde la renuncia a Murcia por el Tratado de Cazorla de 1.179. En 1.297 el Vaticano concede Córcega y Cerdeña a Aragón, en 1.302 Sicilia pasa a Aragón y definitivamente en 1.377 junto con Atenas y Neopatria, herencia de los Almogáraves. Toman Cerdeña 1.323. Ya durante la dinastía Trastámara con Alfonso V se añaden Nápoles en 1.442 y Milán en 1.447.
Castilla:
En el centro de la península las fronteras de Castilla se definieron en el s. XIII. En el proceso de reconquista y construcción del estado castellano hay que destacar como primer hito la toma de Toledo en 1.085, con Alfonso VI (1.065-1.109), que deja abierta la repoblación del valle del Tajo hasta los Montes de Toledo. Con ello se aseguraba la submeseta norte y se recuperaba la antigua capital visigoda, de vital importancia para las aspiraciones imperiales de la corona de Castilla-León. El territorio fue dividido entre Castilla y León varias veces y varias veces unificaron la corona. Será definitivamente en 1.230 cuando se unifiquen las dos coronas y no se vuelvan a separar. Un siglo después, las tres provincias vascas que hasta entonces pertenecían a Navarra, se incorporan a Castilla. En 1.332 con el pacto Arriaga, los alaveses ceden los derechos señoriales al rey Alfonso XI, al paco se unió poco después Guipúzcoa y en 1.379 Vizcaya. Esta unión se hizo respetando y conservando la autonomía de sus instituciones.
En 1.212 el segundo hito en la reconquista cristiana. La batalla de las Navas de Tolosa enmienda el error cometido por los castellanos en la batalla de Alarcos en 1.196 cuando deciden enfrentarse solos a los musulmanes sin esperar el refuerzo de tropas aragonesas y navarras. Esta vez sí decidieron un ataque conjunto que derrotó a los almohades y vino a suponer el final de las invasiones norteafricanas, pues aunque los benimerines intentaron recuperar Al-Andalus fueron derrotados en la Batalla del Salado en 1.342. Esto abrió el paso al valle del Guadalquivir y sobre todo hacia el control de estrecho que finalmente fue controlado en 1.344 con la toma de Algeciras, evitando posibles invasiones futuras. En 1243 se conquista Murcia y se cierra la reconquista por un espacio de tiempo de unos 250 años en los que sobrevive el Reino nazarí de Granada a pesar del acoso esporádico que sufría desde Castilla.
La idea imperial leonesa se reforzó con la toma de Toledo con Alfonso VI y continuó su ideal Alfonso VII, su sucesor. Pero poco después la idea decae y es retomada por Alfonso X el Sabio (1.252-1.284) que aspiró a ser Emperador de Occidente, del Sacro Imperio, fue elegido en 1.257, a la vez que el rey de Inglaterra Ricardo de Cornualles (Corazón de León). La disputa duró veinte años y concluyó renunciando a sus pretensiones el rey Alfonso X en 1.275 tras entrevistarse con el Papa en Beaucaire. Este episodio revela la importancia de Castilla en Europa, que ya no era un territorio fronterizo dedicado en defenderse de los musulmanes, se había en una potencia europea con la que había que contar.
Sin duda alguna el factor de desarrollo cultural más importante para Castilla, en particular, y para toda Europa en general, fue la creación de la Escuela de Traductores de Toledo.
El marco cultural en el que surge este movimiento se desarrolla en torno a la creación de universidades en Europa, la Sorbona en París, Oxford en Inglaterra y Bolonia en Italia. En un marco de desarrollo cultural impulsado por la reforma de la iglesia emprendida por el Císter. Es este movimiento y su anterior movimiento reformador, el de Cluny, los que intentan hacer llegar a Europa el amplio conocimiento de la antigüedad que poseían los árabes. Es en este marco donde se desarrollan las primeras traducciones del árabe a las lenguas romances o al latín, buscando en la cultura árabe, suplir las enormes carencias culturales de occidente.
Los primeros contactos se produjeron entre Navarra, el Tajo y Cataluña con los árabes. Destacan los mozárabes refugiados en el Monasterio de Ripoll (Cataluña) desde el s. X. En Mallorca podemos resaltar la figura de Ramón Llull. Poco después intervino Juan de Sevilla, un mozárabe o judío converso de la zona de Toledo que coordinó los trabajos de traducción de 1120 a 1130. Su labor fue continuada por el arzobispo Raimundo que impulsó la transmisión del saber árabe a Occidente.
Alfonso X el Sabio (1.252-1.284), rey letrado, sensible al fulgor intelectual de Al-Andalus, reavivó este movimiento intelectual y le dio una sensación oficial. Bajo su protección los rabinos judíos y los alfaquíes moros trabajaron con los clérigos cristianos para verter a la lengua vulgar toda clase de tratados árabes. Alfonso X trató de imponer la lengua vulgar, el romance, como lengua culta, porque quería que se convirtiera en una lengua culta.
En todos los casos el método era sencillo, un judío o mozárabe traducía de viva voz el original árabe al romance; un clérigo recogía esta versión y hacía una traducción escrita al latín o al romance.
Al principio el interés se centraba en las ciencias de la naturaleza, concretamente en el ocultismo, lo maravillosos la astrología. Luego se pasó a la astronomía, meteorología, matemáticas. Se tradujo todo lo que se tuvo a mano. Más tarde aparecieron los trabajos de filosofía y medicina.
En los que respecta a las ciencias exactas, las principales aportaciones fueron de la astronomía; teoría de los movimientos de los astros, y las tablas alfonsinas, que dividían el año en 365 días, 5 horas, 49 minutos y 16 segundos. Cabe destacar el desarrollo del álgebra, y la trigonometría, usando por primera vez incógnitas en ecuaciones, el signo igual, la raíz cuadrada, el cuadrado y el cubo de la incógnita, las fracciones con numerados y denominador separados por una raya, la introducción de los números arábigos (en realidad hindúes), así como el sistema numérico de base 10, completado con la utilización del cero. En cuanto a las innovaciones técnicas transmitieron a occidente la brújula, el astrolabio...
Hubo un aspecto que no suscitó ninguna curiosidad, el del diálogo entre las religiones. Musulmanes, cristianos, y judíos no hicieron nada por entenderse a pesar de su convivencia. Nadie se preocupó de traducir el Corán. Cuando hablaban de las otras religiones, se hacía siempre para destacar su superioridad frente a las otras.
[1] Sarraceno: término que designa a los musulmanes procedentes de Arabia, árabes, mientras que los musulmanes procedentes del Norte de África tenían la denominación de mauros o moros.