“Es lógico que los Estados
Unidos hagan todo lo que les sea posible por favorecer la vuelta al mundo a una
salud económica normal sin la cual no puede haber ni estabilidad política ni
paz asegurada (…). El fin de nuestra política deberá ser el restablecimiento de
una economía mundial sana, de manera que permita la vuelta a las condiciones
políticas y sociales en las cuales puedan existir instituciones libres. Tal
existencia, estoy convencido de ello,, no puede ser establecida sobre una base
fragmentaria a medida que aparece tal o cual crisis (…).
Es evidente que, antes de que el
gobierno americano pueda avanzar en sus esfuerzos para mejorar la situación y
ayudar a los europeos en el camino de la reconstrucción, debe existir un acuerdo
entre los países europeos sobre las necesidades de la situación y sobre la
parte que estos países aportarán para prolongar la acción de nuestro propio
Gobierno. No sería conveniente ni eficaz el poner en aplicación por nuestra
parte unilateralmente un programa destinado a restablecer las bases económicas
de Europa; eso es asunto de los europeos. La iniciativa, en mi opinión, debe
venir de Europa. El papel de nuestro país debería consistir en ayudar a los
europeos a elaborar tal programa, y seguidamente a aplicarlo, en la medida en
que nosotros podamos hacerlo. El programa debería ser aceptado por la mayoría,
si no la totalidad, de las naciones europeas.”
G.Marshall, Discurso en la Universidad de Harvard,
1.947.
“Y todavía repugna más a la juventud, como ha repugnado a todos los
moralistas a lo largo de miles de años, la ética que lo juzga todo de acuerdo
con el provecho que puede reportar. Han visto nuestros jóvenes a los altos
dignatarios de las corporaciones más importantes de la nación conspirar para
fijar precios, reunirse en mezquinas asambleas para robar unos centavos al mes
a todos y cada uno de tantos millones de americanos. Han visto como
encerrábamos en la cárcel a los que encontrábamos en posesión de marihuana,
mientras nos negábamos a limitar la venta y la publicidad para la expedición de
tabaco, que es responsable, todos los años, de la muerte de tantos miles de
americanos.
Han intuido que el delito organizado, todo un imperio de corrupción, de
codicia venal, de extorsión, sigue proliferando, y no ya de una forma tolerada,
sino aliado a menudo a significativos elementos del mundo del trabajo, de los
negocios y del propio gobierno.”
Robert Kennedy: Hacia
un mundo nuevo. 1968