“Se provoca un conflicto
ferroviario por el despido de algunos trabajadores, y el Gobierno ofrece su
mediación y el director de la Compañía se aviene a parlamentar con el personal,
pero a condición de que no se trate de la cuestión que ha sido precisamente
objeto del conflicto. Estos recursos vergonzosos, disfrazados en el lenguaje de
la decadencia nacional con el nombre de habilidades, los rechaza de una vez
para siempre el proletario español, en nombre de la moralidad y del decoro
nacionales.
Los ferroviarios españoles no
están solos en la lucha. Los acompaña todo el proletariado, organizado en
huelga desde el día 13. Y esta magna movilización del proletariado no cesará
hasta no haber obtenido las garantías suficientes de iniciación del cambio del
Régimen, necesario para la salvación de la dignidad y del decoro nacionales.
Pedimos la constitución de un
gobierno provisional que asuma los poderes ejecutivos y moderador y prepare,
previas las modificaciones imprescindibles en una legislación viciada, la
celebración de elecciones sinceras de unas Cortes constituyentes que aborden,
en plena libertad, los problemas fundamentales de la constitución del país.
Mientras no se haya conseguido este objetivo, la organización obrera española
se halla absolutamente decidida a mantenerse en su actitud de huelga.
Ciudadanos, no somos
instrumentos de desorden, como en su impudicia nos llaman con frecuencia los
gobernantes que padecemos. Aceptamos una misión de sacrificio por el bien de
todos, por la salvación del pueblo español, y solicitamos vuestro concurso.
¡Viva España!”
Francisco Largo
Caballero, Daniel Anguiano, Julián Besteiro y Andrés Saborit. 12 de agosto de
1917
“Las elecciones celebradas el
domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia
me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a
España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas
coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé
bien que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios
sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los
que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un
compatriota contra otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis
derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya
custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica
expresión de la conciencia colectiva. Mientras habla la nación suspendo
deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora de
sus destinos.
También quiero cumplir ahora el
deber que me dicta el amor de la Patria. Pido a Dios que también como yo lo
sientan y lo cumplan todos los españoles.-
Alfonso, Rey. “
Abdicación de Alfonso
XIII (14 de abril de 1931)