Sin embargo, el proceso de creación y asentamiento del reino visigodo en toda la península no fue fácil y debió enfrentarse a importantes escollos hasta que culmina la unificación política de toda la península. Durante el s. VI d. C. los Suevos se mantuvieron independientes en la Gallaecia, hasta que en el 585 d. C. Leovigildo acabó con el último de sus reyes y anexionó el territorio. Al sur, a mediados del s. VI d. C. los bizantinos ocuparon el levante y sur meridional, coincidiendo con la época de mayor esplendor bizantino, con el reinado de Justiniano. Durante 70 años los visigodos tuvieron que convivir con los bizantinos hasta que fueron expulsados en sucesivas campañas militares. Si bien consiguen unificar todo el territorio durante este siglo VI d. C., el norte del territorio era permanentemente amenazado por los francos y la enconada resistencia de cántabros y vascones.
La organización política esta estructurada sobre la base de un rey electivo procedente de las familias nobles visigodas que mantenían luchas continuadas entre ellos por acceder al poder. Solo en contadas ocasiones se accedió al poder por herencia directa. Estaban aconsejados por los Concilios, pues tras la unificación religiosa se convirtieron en asambleas legislativas que refrendaban el poder regio. Los duces o duques gobernaban las provincias con atribuciones militares. Los gobernantes locales eran los Comes civitatis, o condes para los ciudadanos visigodos, mientras que los hispanorromanos mantuvieron su administración municipal y provincial.
La estructura social estaba compuesta por un pueblo de mayoría hispanorromana que consolidaban la base de la estructura social jerarquizada y estratificada. Los ciudadanos visigodos mantuvieron privilegios sobre los hispanorromanos hasta la unificación jurídica. Encima se situaba la nobleza y los prelados de la iglesia que gozaban de posición de privilegio sobre el pueblo llano. Por encima de la nobleza visigoda y algunos hispanorromanos se sitúa la monarquía. La población judía gozó de libertad hasta el Concilio de Toledo. A partir de este momento serán perseguidos y obligados a convertirse.
Culturalmente hay que destacar un arte muy pobre donde destaca una arquitectura con un novedoso arco, el visigodo, de tres cuartos, en iglesias muy pequeñas en zonas rurales. Hay que destacar los adornos en las tumbas hasta la unificación religiosa y necrópolis excavadas directamente sobre roca granítica como la necrópolis de Cuyacabras en Quintanar de la Sierra, Burgos.
Sus principales aportaciones culturales son sus trabajos de orfebrería, muy fina y elaborada y el desarrollo de las letras, con la presencia de San Isidoro de Sevilla autor de Historia de los Reyes Godos y Etimologías, que recogían el saber de su época.
Por último la caída del reino visigodo en el 711 d. C. se venía anunciando desde finales del siglo VII, cuando el poder real se desmantela y las familias nobles se enfrentan de manera violenta casi continuadamente por el acceso al trono. Así recurrían continuamente al auxilio de ejércitos extranjeros que en rápidas campañas desalojaban al rey del poder. En el 710 Rodrigo se impone en el trono tras la muerte de Witiza y los musulmanes entran en Hispania para mediar. La enemistad y pasividad de la nobleza visigoda hace que los musulmanes derroten a Rodrigo en Guadalete, y emprendan una campaña de conquista y sometan sin casi oposición a todo el territorio peninsular durante los primeros 5 años.
EL PROCESO DE FEUDALIZACIÓN
Justifico la explicación de este fenómeno separado del desarrollo histórico visigodo ya que es un proceso que se inicia en el periodo tardorromano.
La feudalización se caracteriza por la presencia de dos fenómenos que le diferencia de manera definitiva con los rasgos presentes en las culturas de la Edad Antigua y da paso a la Edad Media. Estos fenómenos se inician en la época tardorromana y se potencian e institucionalizan ya en época medieval. El primero de ellos es la ruralización de la sociedad: en un momento donde la inseguridad impera en la vida cotidiana y el comercio prácticamente desaparece la población busca refugio en familias nobles y adineradas capaces de resistir un ataque o saqueo. En este sentido esclavos y trabajadores del campo van perdiendo su diferenciación social y se convierten en siervos de sus señores para los que trabajaban la tierra a cambio de protección. Estos siervos se adscriben a la tierra estando penalizado legalmente el huir de las tierras del señor al que te habías sometido. Esta situación de adscripción se da también en las ciudades entre los artesanos.
Por otro lado el feudalismo se concreta en la atomización del poder de manera paulatina pero incesante, donde la monarquía pierda cada vez más poder y se ve sometida a los deseos de la nobleza que actúa de manera independiente, actuando en sus señoríos como reyes, gobernando e impartiendo justicia. Ante esta situación los monarcas tuvieron que defender su primacía en todo momento frente a la nobleza. Así podemos encontrar momentos de mayor poder regio y otros momentos de absoluta atomización del poder donde el monarca tiene un poder absolutamente nominal y no de facto.