Antecedentes
Para entender un proceso
revolucionario que se inicia como una revuelta popular motivada por la hambruna
hay que tratar de buscar la multiplicidad de causas que la convierten en una
revolución de carácter ecuménico y qué pautas adquiere el proceso
revolucionario.
La extensión de las ideas de la
Ilustración, no sólo a las élites intelectuales, si no también a las
profesiones liberales, burguesía y el pueblo, principalmente entre los habitantes
de las ciudades, facilita la difusión de los tres principales principios que
sustentan el nuevo estado resultante. Por un lado la extensión del derecho de
soberanía que pasa de residir en el Rey a la Nación o el Pueblo (Rousseau),
quienes se verán representados por sus representantes en la Asamblea Nacional.
Por otro lado se apuesta por la separación de poderes (Montesquieu), el
ejecutivo, representado en el Rey y el Gobierno; el legislativo, detentado por
los Estados Generales; y el judicial, asumido por jueces independientes que
aplican una ley justa, global, universal e igualitaria, la Constitución.
El sistema social estamental
provoca graves desajustes sociales entre unos privilegiados protegidos
legalmente y amparados en sus abusos ante una población campesina que sufre el
arbitrio de la justicia señorial. Asimismo, el desarrollo del comercio en los
puertos franceses crea una clase comerciante que detenta el poder económico
pero no adquiere ningún poder político, lo que provoca una cierta tensión con
una aristocracia privilegiada, independientemente de su capacidad económica.
Otro elemento de tensión a
destacar es la ruptura entre el trono y una aristocracia separada del poder. El
absolutismo francés impone un silencio a las Cortes que no serán convocadas
desde 1614 hasta 1789, 175 años en los cuales la nobleza, elemento principal de
los Estados Generales, no puede elevar quejas ni peticiones al monarca. Su
herramienta política se ve así cercenada, así como buena parte de sus
aspiraciones.
En el plano económico Francia
sufre una serie de males endémicos que se van a acuciar en los albores de la
revolución. El modelo agrícola, de subsistencia permite la aparición cíclica de
crisis de subsistencia, que extienden la hambruna en la misma medida en que se desarrolla
la especulación por el precio de trigo, principal alimento. La carestía de pan
y en menor medida el vino mantiene a la población en tensión, participando en
asaltos a panaderías y engrosando el número de encarcelados por delito de robo
o asalto por necesidad y convirtiendo el pueblo a estos reclusos en presos
políticos que son encarcelados por buscar aquello que les pertenece por derecho
propio, el derecho a la vida, a no morir de hambre. Además las arcas del Estado
están vacías. El Rey mantiene una serie de gastos suntuarios excesivos en un
momento en que la recaudación fiscal baja y tras años de guerra contra
Inglaterra que han hecho mermar la Hacienda del Estado hasta casi la
bancarrota. El monarca se propone cobrar impuestos a los aristócratas, medida
que obliga a la convocatoria de Estados Generales.
Los Estados Generales y el proceso
revolucionario. 1789
El proceso revolucionario
francés está sucedido de una serie de etapas que van enconando el conflicto y
radicalizando la situación hasta que un giro conservador devuelve la revolución
a los cauces del control de las élites políticas. En un primer momento será la
aristocracia la que se rebele contra las aspiraciones de la Casa Real. Después
será la burguesía, el Tercer Estado el que se niegue a aceptar un retroceso en
el proceso revolucionario. Finalmente el pueblo sale a la calle y obliga por
las armas a ceder a Luis XVI a favor de los cambios que se están produciendo.
El Rey juega un papel ambiguo desde el primer momento y sus constantes conspiraciones
ante revolucionarias le acabarán costando la vida.
El 5 de mayo de 1789 se reúnen
los Estados Generales en el Palacio de Versalles. La inoperancia durante casi
dos siglos hace que las quejas se acumulen y queden recogidas en los Cuadernos
de Quejas (Cahiers de Doléances). Están representados los estamentos
privilegiados, nobleza y clero en un número de 300 representantes, mismo número
que el estamento no privilegiado, el Tercer Estado. La primera discusión se
centra en determinar si se vota por Estamento o por representante. En el Tercer
Estado se aboga por representantes, mientras que el Rey quiere que se vote por
estamentos. El voto por estamentos hace que el Tercer Estado, desde el 10 de
junio se reúna por separado, invitando a los miembros de los otros estamentos a
unirse en sus reivindicaciones.
El 20 de junio encuentran su
lugar de reunión cerrado por el Rey y deciden reunirse en una sala próxima, la
sala del Juego de Pelota (Jeu de Paume), donde juran reunirse
siempre que sea necesario para conseguir el objetivo de crear una Constitución
para el reino basada en principios liberales.
La oposición inicial del Rey no
modifica sus intenciones y ante la fuerza que adquiere el grupo el propio Rey
ordena que todos se reúnan conjuntamente dando lugar a una Asamblea
Constituyente representada por todos los Estados Generales. El objetivo del
monarca era reducir por la fuerza el movimiento y el 7 de julio se constituye,
ante la incapacidad del Rey y la permisividad del ejército, la Asamblea
Nacional Constituyente.
La revolución política está en
marcha, el proceso es ineludible y el soberano francés se niega a adaptarse a
la nueva situación. Ante ello el pueblo se levanta en armas el 14 de julio,
momento en el cual se asaltan cuarteles, el ejército se niega a intervenir y se
liberan los presos de la cárcel de la Bastilla, símbolo de la represión
absolutista. Desde ese momento la revolución se extiende por todo el territorio
francés y se constituyen ayuntamientos nuevos que reconocían la Asamblea
Nacional como legítima.
Las primeras reformas y la Carta
Constitucional 1791
Tras el movimiento
insurreccional se empiezan a adoptar las primeras medias que configuran un
Estado liberal. Desde el 4 de agosto se abolen las servidumbres personales y el
diezmo (impuesto que se paga a la Iglesia y que representa el 10% de la
cosecha), así como las justicias señoriales. Se establece la igualdad
tributaria, judicial y jurídica, consiguiendo la libertad de acceso a cargos
públicos. El 26 de agosto se elabora la Declaración de derechos del hombre y
del ciudadano, que reconoce los principios de libertad, igualdad y
soberanía nacional. El Rey se niega a aceptar estas reformas, pero, nuevamente
la presión popular le obliga a aceptarlas.
La Constitución se promulga el
14 de septiembre de 1791. En su portada figura la Declaración de derechos del
hombre y ciudadano. Se establece una monarquía constitucional, con división de
poderes. El ejecutivo para el Rey, limitado por la Asamblea. Pero Luis XVI
tiene derecho de veto sobre el legislativo, que lo ejerce la Asamblea Nacional.
Los representantes se eligen por sufragio censitario, muy restringido. Se crea
una división territorial dividida en 83 departamentos. Los jueces son nombrados
y pagados por el Estado para asegurar su independencia y se aceptan los
principios del liberalismo económico. El Rey jura la Constitución.
Se suprimen los impuestos
indirectos y se crea un sistema fiscal basado en impuestos directos y
equitativos. Se nacionalizan los bienes del clero, a la vez que se establece la
elección de obispo y párrocos y se fija un salario por parte del Estado para el
clero. Se acuerda la disolución de los conventos religiosos cuyos bienes van a
parar a manos del Estado. Este hecho provoca el rechazo del Papa Pio VI y de
las potencias europeas. El intento de huida de la familia real en 1791 y su
detención por parte del nuevo estado provoca una oleada antimonárquica que se
extiende rápidamente por todo el Estado francés.
La Convención o Asamblea
Legislativa (octubre de 1791- Agosto de 1792).
Tras
la aprobación de la Constitución se convocan nuevas elecciones para elegir a
745 representantes a la Asamblea Nacional. Las primeras elecciones se harán a
través del sufragio censitario (solo votan aquellos electores que están en el
censo y a éste se accede por tener determinado nivel de renta.
Paralelo
al proceso revolucionario se desarrollan tres grupos políticos que van a ser
elegidos en las primeras elecciones de la vieja Europa. Los grupos políticos
son los siguientes: a) los girondinos,
quienes defienden el sufragio censitario y la monarquía constitucional, así
como una política de reformas moderadas, son representativos de la alta
burguesía francesa, entre sus principales figuras destaca Brissot; b) los jacobinos, representaban los
intereses de la burguesía media y las clases populares, defienden el
centralismo y la República como forma de Estado, no reparan en medios
(guillotina) para salvar la revolución, sus principales figuras fueron,
Robespierre y Desmoulins; c) cordeliers,
sans culottes o desharrapados, defienden los intereses de las clases más
desfavorecidas, la república y la democracia como modelo de Estado, además del
sufragio universal (masculino), destacan Danton y Marat.
Las
primeras elecciones dan la victoria a los girondinos por 250 diputados, quienes
se sitúan en la derecha de la cámara, mientras que los cordeliers en el extremo
izquierdo, de ahí las denominaciones de izquierdas y derechas.
La guerra contra
Francia
Las
potencias europeas formaron una serie de coaliciones (5 coaliciones que van
desde 1792 a 1809) que tratan de frenar el proceso revolucionario que amenazaba
el orden establecido. Austria, Prusia, Gran Bretaña y España formarán parte de
las primeras coaliciones. La primera coalición planea la invasión de Francia, desde
el norte por Austria y Prusia y desde el sur por España. Francia organiza un
ejército nacional formado por campesinos y artesanos sin ningún tipo de
preparación, pero que con el tiempo se convierte en un ejército profesional,
que además cuenta con la misión de defender sus derechos y libertades, e
incluso de extenderlas ante el resto de países europeos.
La
Corona sufrió duramente las hostilidades de un pueblo que veía en María
Antonieta un enemigo por ser a hija del Emperador Francisco I. Además el papel
ambiguo del monarca Luis XVI le hizo ganarse la enemistad de un pueblo que
consideraba que conspiraba con la propia Francia. Así se produjo el asalto al
Palacio de las Tullerías en París en junio de 1792. El gobierno girondino suspende
las funciones del Rey y se produce una reacción antimonárquica que culmina con
la destrucción de las estatuas del monarca. La llegada de voluntarios
marselleses extiende su himno Canto de
guerra como el canto revolucionario, la
marsellesa.
Se
convocan nuevas elecciones para Septiembre de 1792, pero esta vez por sufragio
universal masculino, donde resultan ganadores los jacobinos con 200 diputados.
Fase exaltada: la
Convención jacobina. (Septiembre de 1792 – Julio de 1794)
El
nuevo gobierno resultante debe hacer frente a una complicada situación. En el
interior el sentimiento antimonárquico crece. Mientras, en el exterior, la
coalición es derrotada por primera por las tropas francesas que avanzan hasta
el valle del Rin. La radicalización de las posiciones se hace patente cuando el
21 de enero de 1793 el Rey es guillotinado previa decisión de la Asamblea
Nacional (387 votos a favor frente a 334 en contra) que debate duramente sobre
su papel e influencia entre los contrarrevolucionarios y la coalición
internacional. Con el fin de mantener el espíritu revolucionario se crean
distintos Comités, entre los que destaca el de Salud Pública, dedicado vigilar
a los contrarrevolucionarios, quienes ejercieron de policía política y
detuvieron y condenaron a muerte a miles de represaliados. Entre septiembre y diciembre
de 1793 se detuvieron más de 4.500 personas, muchas de ellas condenadas a
muerte.
La
época del terror o “Le Grand Peur”, es el nombre que recibe
el periodo de gobierno jacobino de Robespierre, por la dureza y represión bañada
en sangre de los condenados. Se elabora una nueva carta constitucional que
recoge la democracia republicana como forma de gobierno, sustentada en el
sufragio universal masculino, la leva en masa o servicio militar obligatorio y
se impone una economía dirigida que trate de limar las diferencias sociales y
asegurar el sustento a todos los ciudadanos. Precisamente el mismo éxito que
supone la creación de un ejército popular frente a las potencias extranjeras
supone e levantamiento en armas contra la República en 1793 de los campesinos
de la Vandea (Vandée) quienes se oponían a la leva masiva, movimiento
contrarrevolucionario que dura hasta 1796.
Los
excesos de un gobierno cegado por la sangre y obsesionado por la eliminación de
los traidores, así como las ejecuciones casi diarias suponen un hartazgo
popular que deriva en la pérdida de apoyo social que se verá fielmente
representado cuando en julio de 1794 (mes de Thermidor) una serie de dirigentes
políticos, con el apoyo del ejército y la pasividad social, liquidan por la
fuerza la república igualitaria jacobina, condenando y ejecutando a Robespierre
y a una centena de líderes de la represión (muchos de ellos pertenecientes al
Comité de Salud pública).
Reacción Termidoriana
y Directorio (Julio de 1794 – Noviembre de 1799)
El
desajuste económico producido por la fuerte caída de sueldos (50%) y la subida
de precios (3%) hace que se produzcan unos disturbios en la calle que son
aprovechados por los líderes de la oposición política y el ejército para actuar
y detener a Robespierre y sus seguidores. En pocos días fue ejecutado el propio
líder junto a 85 detenidos más.
El arresto y ejecución de
Robespierre da por finalizada la fase exaltada. Los girondinos recuperan el
poder, cierran los clubes de jacobinos y también de cordeliers y se abandona el
tratamiento de Ciudadano y se
recupera en tratamiento de Usted. Se
elabora una nueva Constitución promulgada en 1795 (la tercera en menos de 5
años) en la que se proclama la República moderada. El poder está controlado por
la alta burguesía. Se crean dos cámaras de representantes, el Consejo de los Quinientos que propone la
lista de personas a elegir para el Directorio,
renovado un tercio cada año; y el Consejo
de Ancianos que son quienes votan la lista presentada. El poder ejecutivo
recae en el Directorio, cinco personas elegidas para ejercer el poder
ejecutivo. El modelo está sustentado en el sufragio censitario, retirando al
pueblo la capacidad de decisión. Este sistema estaba concebido para evitar la
concentración de poder a la vez que los excesos revolucionarios.
El
Directorio (1795-1799) se encuentra con la oposición de los jacobinos,
representados en distintas elecciones y de los contrarrevolucionarios de Le
Vendée, quienes son derrotados en 1796. El Directorio se propone actuar
decididamente frente a los problemas interiores y la presión militar exterior.
En el exterior, destaca la figura de Napoleón, quien consigue importantes
victorias en Italia y Egipto e impone la Paz a Austria consiguiendo anexionar a
Bélgica al territorio francés. El ambiente de exaltación producido por las
victorias militares Napoleón se sitúa ante el Directorio como el hombre fuerte
capaz de dirigir los destinos de una nación que ha sufrido importantes cambios
y grandes convulsiones.
El Consulado: del
golpe de brumario a la entronización Imperial (Noviembre de 1799 – Diciembre de
1804)
El
golpe de estado de 18 Brumario (9 de noviembre de 1799), establece un poder
ejecutivo formado por tres cónsules, Sièyes, Ducos y Napoleón Bonaparte que se
erige en primer cónsul. Se impone una nueva Constitución (1800) en la que la
autoridad procede desde arriba pero la confianza desde abajo. Es decir, el
primer cónsul tiene capacidad ejecutiva y legislativa, pero, si se considera
necesario, se realizan consultas populares o plebiscitos para ratificar la
acción de gobierno. El modelo diseñado por Sièyes no contempla la Declaración
de derechos en el texto Constitucional. Tampoco la división de poderes. Se
establece el sufragio universal en caso de plebiscito. El gobierno lo ejercen
Notables municipales, departamentales y nacionales. Tras la Paz de Amiens en
1802 un plebiscito elige a Napoleón como cónsul vitalicio, redactando una nueva
Constitución en la se concentra el poder en el Primer Cónsul. Restablece el orden
interno con la creación de un eficaz Ministerio de Interior y una policía
secreta de carácter político, además de promulgar un Nuevo Código Civil. El
principio de igualdad se extiende en diferentes planos, en el fiscal, pues
tributa a toda la población, y en el educativo pues se extiende el derecho a la
educación.
La concentración de poder de
Napoleón crece hasta la proclamación como Emperador en Nôtre Damme ante el Papa
el 2 de diciembre de 1804.
El Imperio
napoleónico
El planteamiento estructural del
modelo de Estado Imperial es sencillo. Se respetan los principios y libertades
de la revolución, pero matizado al arbitrio de Napoleón. Se crea una nueva
nobleza afín al nuevo regente. El modelo de gobierno es por plebiscito, es
decir, se consulta al pueblo en aquellos asuntos que el Emperador considera de
interés común, concediendo el derecho de voto a todos los varones mayores de
edad. El modelo de organización administrativa es centralismo absoluto. La
policía adquiere más poder, se crean jurisdicciones especiales y los tribunales
actúan bajo secreto de sumario. Se establece el control de la prensa y el culto
católico como el único legal. Se reestructura el modelo de explotación agrario
a la vez que se produce un auge de la banca y el comercio. El poder adquisitivo
crece debido a la escasez de mano de obra, provocada por la guerra.
La evolución demográfica de
Francia durante el proceso revolucionario es positiva, pasa de 28 millones en
1789 a 30’3 en 1815, incluso habiendo sufrido 1’3 millones de pérdidas entre el
proceso revolucionario y las guerras.
La primera coalición, 1792,
Francia consigue imponerse en el Norte de Italia y ampliar sus fronteras con la
adquisición de Bélgica.
La segunda coalición, 1799,
Francia derrota una gran alianza firmada por Gran bretaña, Rusia, Austria y
Prusia, que termina con la Paz de Amiens, en la que Francia recupera gran parte
de los territorios perdidos.
La tercera coalición, 1804, se
produce la derrota franco española en Trafalgar, es decir, se impone la
hegemonía británica en el mar, mientras que Francia se impone en el continente
con la ocupación de Viena.
La cuarta coalición, 21806-1807,
Francia ocupa Berlín, se reparten los territorios Prusianos y se acuerda la Paz
de Tilsit con Rusia.
La quinta coalición, 1809,
Francia con el beneplácito de Polonia y Rusia ocupa el Imperio austriaco.
Desde 1809 España se subleva
contra Francia y desde 1812 Rusia rompe el tratado de Tilsit y Napoleón debe
enfrentarse en dos frentes a la vez. La sexta coalición (1812-1814) consigue
imponer los ejércitos aliados en Leipzig. Napoleón sale del poder en 1814.
La vuelta de Napoleón que escapa
de su prisión de la isla de Elba en la costa italiana precipita la formación de
la séptima coalición 1815 quien derrota definitivamente a los franceses en la
batalla de Waterloo, en Bélgica y que acaba definitivamente con el Imperio
napoleónico.
Napoleón consigue avanzar
derrotando a Prusia y Austria por el centro de Europa. En el sur el Tratado de
Fontainebleau le permite atravesar España y ocupar Portugal, con la excusa de
que este país no participaba del bloqueo comercial que los franceses imponían a
las mercancías británicas en el continente. El paso por España les facilita la
ocupación del territorio peninsular. Los
países nórdicos quedan también bajo la órbita francesa a través de la elección
de uno de sus generales, Bernardotte, que se establece en el poder. A
diferencia de otros estados satélites, Italia, España, Holanda, etc. Los suecos con Bernardotte a la cabeza, se
sublevan contra Napoleón y salen de la órbita de influencia francesa.
Las derrotas napoleónicas
empiezan en España, cuyo ejército, auxiliado por las tropas del general inglés
Wellington, derrotan a los franceses en 1808 en Bailén, y en Arapiles y San
Marcial en 1812. Los rusos por su parte también infringen duras derrotas por la
táctica de tierra arrasada; retirarse y quemar los campos y esperar a
que llegue el duro invierno ruso y acabe con un ejército exhausto y sin
provisiones. El 16 de octubre de 1813 tras cuatro días de batalla en Leipzig
Napoleón es derrotado y abdica en 1814. En 1815 vuelve al trono y es derrotado
el 18 y 19 de junio de 1815 en Waterloo definitivamente. Napoleón es enviado a
la isla de Santa Elena en el Atlántico sur donde es confinado hasta su
fallecimiento el 5 de mayo de 1821.
En todos los países donde se
instaló Napoleón se crearon gobiernos satélite, bien dirigido por sus
familiares más cercanos, como José I en España, o por sus generales. En todos
los casos se crean constituciones donde se establecen los principios políticos
del liberalismo y permite la difusión de las ideas revolucionarias por toda
Europa. Además en todos los países contaba con el apoyo de los llamados
afrancesados. Personas que admiraban y sentían como propio el proceso
revolucionario francés y que cuando este llega a su país participan activamente
a favor de las reformas que traen los ejércitos napoleónicos. Napoleón consigue
que se abandone la era de las Monarquías y reinos europeos y se inicia la era
del liberalismo y de las naciones de Europa. Serán pueblos y naciones los que
irán configurando una nueva Europa que incluso en el siglo XXI sigue
configurando un nuevo mapa en el que cada nación desea la creación de un Estado
propio.