jueves, 21 de noviembre de 2013

Las Revoluciones Burguesas: 1820, 1830 y 1848.


Las revoluciones burguesas

Tras la Restauración, la vuelta al antiguo régimen fue la tónica general en todos los Estados, pero el proceso de cambio era ya irreversible. 1820, 1830 y 1848 son los años de los estallidos revolucionarios que tienen como denominador común la apuesta por un Estado Liberal, la combinación barricada y política y la reacción conservadora posterior. Se les considera burguesas pues si bien son las masas populares las que derriban el poder establecido, serán las élites burguesas las que acaben controlando el proceso revolucionario

1820

En 1814, el rey Fernando VII regresa a España y deroga la Constitución de 1812, restaura la monarquía absolutista e inicia un proceso represivo contra los liberales que habían defendido España durante la guerra de Independencia.

La negativa del monarca a reconocer pensiones a aquellas milicias que defendieron el país de la invasión francesa y a no reconocer sus cargos adquiridos durante el conflicto fue el detonante inmediato del levantamiento. El general Riego da un golpe de Estado y obliga a Fernando VII a reconocer la Constitución de 1812, se convocan elecciones y se reinstauran las leyes liberales derogadas por Fernando. El Rey no acepta la situación y la intervención del ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, ayudados por los voluntarios realistas, acaba con la experiencia liberal española.

El proceso se exporta a los países mediterráneos, a Portugal, Nápoles, Piamonte y Grecia. Será este último país donde las ideas liberales sirvan para la difusión del nacionalismo Heleno y se inicie una guerra de independencia contra Turquía que culmina en 1830 con el nacimiento de un nuevo Estado.

1830

El régimen de Carta Otorgada de Luis XVIII supone un equilibrio en la compleja política francesa y un apoyo a los valores tradicionales imperantes en la Europa de la Restauración. En 1824, Luis XVIII muere y le sucede su hermano Carlos X, quien da un viraje a su política hacia posturas cada vez más autoritarias.

En mayo de 1830 el gobierno de Polignac y Carlos X, disuelve las cámaras ante la imposibilidad de sacar unos presupuestos acordes a las ambiciones del monarca. Se retrasa la convocatoria de elecciones y se  gobierna por decreto, lo cual enerva a la élite burguesa.

El 25 de julio se suspende la libertad de prensa, se disuelve la Cámara de los Diputados, se reduce aun más el censo y se fijan elecciones para septiembre.

La crisis política se suma a una nueva crisis de subsistencia en una Francia que no ha culminado, ni por asomo, la revolución agrícola. El elevado precio del pan sumado a un temprano rigor invernal entre 1829 y 1830, la falta de trabajo, la miseria de las clases populares, siembran el germen del malestar popular.

Los días 27, 28 y 29 de Julio el pueblo sale a la calle contra un gobierno autoritario que no siente como propio y del que el hartazgo le negaba ya cualquier posibilidad de supervivencia. El día 29 los insurgentes toman las Tullerías y se contabilizan 700 bajas durante los enfrentamientos.

En ese momento, aparece la figura de Thiers, político burgués, quién no está dispuesto a dejar que las barricadas dirijan el proceso revolucionario, plantea un régimen liberal basado en la monarquía constitucional con una nueva dinastía firmemente convencida de las bondades del modelo monárquico constitucional. El elegido será Luis Felipe de Orleáns, el cual será elegido el 7 de agosto por los diputados como nuevo jefe del Estado y Laffite será el encargado de ejercer el gobierno y redactar el nuevo texto constitucional.

Las primeras medidas de gobierno se centran en democratizar la guardia nacional, reestructurar la maltrecha economía gala y sofocar los conatos revolucionarios que todavía se mantienen vivos hasta 1832.

Los sucesivos gobiernos de Perier y de Guizot, dan un giro conservador a la política francesa.

El proceso revolucionario se exporta a otros países. En Bélgica, un estallido nacionalista permite que el 25 de agosto la población se levante en armas a favor de la creación de un nuevo Estado. Finalmente Bélgica se independiza como una monarquía con Leopoldo de Sajonia-Coburgo como nuevo monarca.

En Polonia se produce la insurrección popular de los patriotas en noviembre de 1830, pero la revolución, dirigida por la oligarquía polaca es aplastada por las tropas del Zar Nicolás I en 1831.

El caso Italiano es diferente. Las revueltas se suceden en tres Estados Piamonte, Nápoles y los Estados Pontificios contra los gobiernos autoritarios de Emmanuel I, Fernando IV y el Papa, respectivamente. Sin embargo en los ducados del norte el movimiento torna es una exaltación nacionalista.

Por último, Alemania, donde el movimiento revolucionario se traduce en una iniciativa liberal, como es la creación de la primera unión aduanera europea, el Zollverein, que fue el primer paso para la futura unificación alemana.

1848

De las revoluciones anteriores quedan como testigo los éxitos de Grecia y Bélgica. Las similitudes con procesos anteriores son las aspiraciones liberales y nacionales, y los problemas económicos y sociales como detonante.

Para entender la dimensión que adquiere este movimiento debemos comprender en primer lugar los cambios, económicos, políticos, sociales e ideológicos que asientan el ideario revolucionario.

En primer lugar, los ideales democráticos difundidos durante el orleanismo, suponen una ruptura con el orden y la sociedad burguesa. Se reivindica el sufragio universal y se aboga por la abolición del sufragio censitario. Se propone la soberanía popular frente al concepto de soberanía nacional. Se defiende la libertad de prensa contra la censura y contra el control financiero de los medios de comunicación. Se difunden los ideales de los socialistas utópicos y se inclinan por la defensa de la igualdad social. Por último, la forma de gobierno que proponen será la república frente a los fracasos monárquicos.

En el plano económico, se sucede una triple crisis: a) por un lado agraria, tras las cosechas deficitarias de 1845 a 1847, el precio del grano sube un 50% más de lo estimado como soportable para una sociedad que emplea el 80% de sus ingresos en alimentos básicos. Se asaltan panaderías y se difunden enfermedades como el cólera o el tifus por la subalimentación, el Estado gasta los escasos recursos en comprar alimentos en el mercado exterior; b) industrial, pues la fiebre del ferrocarril entra en crisis por la falta de beneficios y quiebran las empresas y con ellas se produce un hundimiento de la industria metalúrgica, que supone la desaparición de 750.000 puestos de trabajo; c) por último, una crisis bursátil debido a la caída empresarial y unos bancos incapaces de asumir las pérdidas, además de un Estado que ha invertido sus recursos en comprar alimentos para evitar una catástrofe humanitaria.

Respecto a las consecuencias sociales, se produce una intensa convulsión y enfrentamiento de clases que afectará a los tres elementos principales de la revolución, obreros, intelectuales y nacionalistas. Los grupos sociales que participan del proceso a favor del cambio de régimen serán, clases medias, profesiones liberales, clases populares, desarrapados, artesanos y campesinos, cada uno de ellos con sus aspiraciones personales que dan una enorme heterogeneidad al movimiento.

La revolución de febrero de 1848
El aislamiento de una monarquía cada vez más conservadora e incapaz frente a la multiplicidad de frentes que se le abren ante la crisis hace crecer el sentimiento republicano. El 22 de febrero los republicanos solicitan permiso para la celebración de un banquete en un restaurante de los Campos Elíseos, que iría seguida de una manifestación. Guizot prohíbe la manifestación, pero se produce igualmente y se repite el día 23 con  el pueblo en la calle, los guardias nacionales se niegan a disparar y Guizot dimite. El 24 se produce el asalto a las Tullerías y Luis Felipe abdica. El número de obreros y guardias nacionales que apoyan la revolución debió llegar a los 100.000. El gobierno provisional de Lamartine, proclama la República, el sufragio universal, la abolición de la esclavitud en las colonias, la libertad de prensa y reunión, la supresión de la pena de muerte, el derecho al trabajo, la libertad de huelga, la limitación de la jornada laboral a 10 horas y la creación de los Talleres Nacionales.

Los primeros problemas a los que tiene que hacer frente el gobierno provisional serán: definir su política internacional; solucionar la crisis financiera, aumentando los impuestos directos un 45%, eliminando los impuestos de los artículos de primera necesidad; en el ámbito político, conseguir la definición y posición del nuevo Estado, convocando elecciones el 2 de marzo;  por último, Luis Blanc, reclama la creación de un Ministerio de Trabajo y de los Talleres Nacionales, creando un tejido industrial nacionalizado que diera trabajo al ingente número de parados. Finalmente las elecciones dan a los republicanos más de 500 escaños, 300 para monárquicos y 80 para socialistas y demócratas.

La acción de gobierno de Lamartine tiene como principal elemento el desmantelamiento de los Talleres Nacionales y el impulso del ferrocarril, produciéndose una nueva insurrección que divide París entre un este obrero y un oeste burgués. Cavaignac dirige la represión y en cuatro días se detienen a 11.000 personas, se deportan a 4.000 y se producen varios miles de muertos y heridos. Se disuelven los Talleres Nacionales, se suspende el programa del ferrocarril, se controlan los clubes políticos y la prensa, se aprueba una nueva Constitución autoritaria, donde desaparece el derecho al trabajo y es elegido Presidente Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del Emperador. En mayo de 1850 se suprime el sufragio universal y el 2 de diciembre de 1851 se disuelve la Asamblea, se restablece el sufragio universal y se proclama Emperador a Napoleón III, dando paso al Segundo Imperio Napoleónico.

La revolución fuera de Francia
En Italia se produce un primer proceso revolucionario dirigido por los gobernantes que apoyan la reforma liberal. En un segundo proceso se extiende la revolución democrática que provoca recelos entre los dirigentes lo que es aprovechado por los austriacos para aplastar los movimientos revolucionarios, poniendo de manifiesto la imposibilidad de una unión entre los gobernantes de los distintos estados para la unificación.

En Austria se producen tres focos revolucionarios: a) en Hungría, Kossoth propone la autonomía en la Dieta imperial, pero la negativa produce un giro independentista que es aplastado; b) en Bohemia, un grupo de intelectuales pide la autonomía y el movimiento deriva en un proceso independentista pero Windischgräets bombardea Praga; c) Austria, el movimiento revolucionario aglutina a obreros y nacionalistas quienes reúnen 8.000 efectivos. Windischgräets sitia Viena con 70.000 soldados y la bombardea. La ocupación supone una dura represión y la monarquía aparece como nexo común entre las distintas facciones.

Consecuencias de la revolución
Constituye la última revolución romántica, pues no se confiaba plenamente en el poder de las barricadas y se opta por la vía política para alcanzar sus reivindicaciones. Se acentúan los nacionalismos y los movimientos sociales no están influenciados por las ideologías obreras. A partir de este momento la ideología obrera domina en todos los movimientos revolucionarios europeos hasta nuestros días.