Las revoluciones burguesas
Tras la Restauración, la vuelta
al antiguo régimen fue la tónica general en todos los Estados, pero el proceso
de cambio era ya irreversible. 1820, 1830 y 1848 son los años de los estallidos
revolucionarios que tienen como denominador común la apuesta por un Estado
Liberal, la combinación barricada y política y la reacción conservadora
posterior. Se les considera burguesas pues si bien son las masas populares las
que derriban el poder establecido, serán las élites burguesas las que acaben
controlando el proceso revolucionario
1820
En 1814, el rey Fernando VII
regresa a España y deroga la Constitución de 1812, restaura la monarquía
absolutista e inicia un proceso represivo contra los liberales que habían
defendido España durante la guerra de Independencia.
La negativa del monarca a
reconocer pensiones a aquellas milicias que defendieron el país de la invasión
francesa y a no reconocer sus cargos adquiridos durante el conflicto fue el
detonante inmediato del levantamiento. El general Riego da un golpe de Estado y
obliga a Fernando VII a reconocer la Constitución de 1812, se convocan
elecciones y se reinstauran las leyes liberales derogadas por Fernando. El Rey
no acepta la situación y la intervención del ejército francés, los Cien Mil
Hijos de San Luis, ayudados por los voluntarios realistas, acaba con la
experiencia liberal española.
El proceso se exporta a los
países mediterráneos, a Portugal, Nápoles, Piamonte y Grecia. Será este último
país donde las ideas liberales sirvan para la difusión del nacionalismo Heleno
y se inicie una guerra de independencia contra Turquía que culmina en 1830 con
el nacimiento de un nuevo Estado.
1830
El régimen de Carta Otorgada de
Luis XVIII supone un equilibrio en la compleja política francesa y un apoyo a
los valores tradicionales imperantes en la Europa de la Restauración. En 1824,
Luis XVIII muere y le sucede su hermano Carlos X, quien da un viraje a su
política hacia posturas cada vez más autoritarias.
En mayo de 1830 el gobierno de
Polignac y Carlos X, disuelve las cámaras ante la imposibilidad de sacar unos
presupuestos acordes a las ambiciones del monarca. Se retrasa la convocatoria
de elecciones y se gobierna por decreto,
lo cual enerva a la élite burguesa.
El 25 de julio se suspende la
libertad de prensa, se disuelve la Cámara de los Diputados, se reduce aun más
el censo y se fijan elecciones para septiembre.
La crisis política se suma a una
nueva crisis de subsistencia en una Francia que no ha culminado, ni por asomo,
la revolución agrícola. El elevado precio del pan sumado a un temprano rigor
invernal entre 1829 y 1830, la falta de trabajo, la miseria de las clases
populares, siembran el germen del malestar popular.
Los días 27, 28 y 29 de Julio el
pueblo sale a la calle contra un gobierno autoritario que no siente como propio
y del que el hartazgo le negaba ya cualquier posibilidad de supervivencia. El
día 29 los insurgentes toman las Tullerías y se contabilizan 700 bajas durante
los enfrentamientos.
En ese momento, aparece la figura
de Thiers, político burgués, quién no está dispuesto a dejar que las barricadas
dirijan el proceso revolucionario, plantea un régimen liberal basado en la
monarquía constitucional con una nueva dinastía firmemente convencida de las
bondades del modelo monárquico constitucional. El elegido será Luis Felipe de Orleáns,
el cual será elegido el 7 de agosto por los diputados como nuevo jefe del
Estado y Laffite será el encargado de ejercer el gobierno y redactar el nuevo
texto constitucional.
Las primeras medidas de gobierno
se centran en democratizar la guardia nacional, reestructurar la maltrecha
economía gala y sofocar los conatos revolucionarios que todavía se mantienen
vivos hasta 1832.
Los sucesivos gobiernos de Perier
y de Guizot, dan un giro conservador a la política francesa.
El proceso revolucionario se
exporta a otros países. En Bélgica, un estallido nacionalista permite que el 25
de agosto la población se levante en armas a favor de la creación de un nuevo
Estado. Finalmente Bélgica se independiza como una monarquía con Leopoldo de Sajonia-Coburgo
como nuevo monarca.
En Polonia se produce la
insurrección popular de los patriotas en noviembre de 1830, pero la revolución,
dirigida por la oligarquía polaca es aplastada por las tropas del Zar Nicolás I
en 1831.
El caso Italiano es diferente.
Las revueltas se suceden en tres Estados Piamonte, Nápoles y los Estados
Pontificios contra los gobiernos autoritarios de Emmanuel I, Fernando IV y el
Papa, respectivamente. Sin embargo en los ducados del norte el movimiento torna
es una exaltación nacionalista.
Por último, Alemania, donde el
movimiento revolucionario se traduce en una iniciativa liberal, como es la
creación de la primera unión aduanera europea, el Zollverein, que fue el primer
paso para la futura unificación alemana.
1848
De las revoluciones anteriores
quedan como testigo los éxitos de Grecia y Bélgica. Las similitudes con
procesos anteriores son las aspiraciones liberales y nacionales, y los
problemas económicos y sociales como detonante.
Para entender la dimensión que
adquiere este movimiento debemos comprender en primer lugar los cambios,
económicos, políticos, sociales e ideológicos que asientan el ideario
revolucionario.
En primer lugar, los ideales
democráticos difundidos durante el orleanismo, suponen una ruptura con el orden
y la sociedad burguesa. Se reivindica el sufragio universal y se aboga por la
abolición del sufragio censitario. Se propone la soberanía popular frente al
concepto de soberanía nacional. Se defiende la libertad de prensa contra la
censura y contra el control financiero de los medios de comunicación. Se
difunden los ideales de los socialistas utópicos y se inclinan por la defensa
de la igualdad social. Por último, la forma de gobierno que proponen será la
república frente a los fracasos monárquicos.
En el plano económico, se sucede
una triple crisis: a) por un lado agraria, tras las cosechas deficitarias de
1845 a 1847, el precio del grano sube un 50% más de lo estimado como soportable
para una sociedad que emplea el 80% de sus ingresos en alimentos básicos. Se
asaltan panaderías y se difunden enfermedades como el cólera o el tifus por la
subalimentación, el Estado gasta los escasos recursos en comprar alimentos en
el mercado exterior; b) industrial, pues la fiebre del ferrocarril entra en
crisis por la falta de beneficios y quiebran las empresas y con ellas se
produce un hundimiento de la industria metalúrgica, que supone la desaparición
de 750.000 puestos de trabajo; c) por último, una crisis bursátil debido a la
caída empresarial y unos bancos incapaces de asumir las pérdidas, además de un
Estado que ha invertido sus recursos en comprar alimentos para evitar una
catástrofe humanitaria.
Respecto a las consecuencias
sociales, se produce una intensa convulsión y enfrentamiento de clases que
afectará a los tres elementos principales de la revolución, obreros,
intelectuales y nacionalistas. Los grupos sociales que participan del proceso a
favor del cambio de régimen serán, clases medias, profesiones liberales, clases
populares, desarrapados, artesanos y campesinos, cada uno de ellos con sus
aspiraciones personales que dan una enorme heterogeneidad al movimiento.
La revolución de febrero de 1848
El aislamiento de una monarquía
cada vez más conservadora e incapaz frente a la multiplicidad de frentes que se
le abren ante la crisis hace crecer el sentimiento republicano. El 22 de
febrero los republicanos solicitan permiso para la celebración de un banquete
en un restaurante de los Campos Elíseos, que iría seguida de una manifestación.
Guizot prohíbe la manifestación, pero se produce igualmente y se repite el día
23 con el pueblo en la calle, los
guardias nacionales se niegan a disparar y Guizot dimite. El 24 se produce el
asalto a las Tullerías y Luis Felipe abdica. El número de obreros y guardias
nacionales que apoyan la revolución debió llegar a los 100.000. El gobierno
provisional de Lamartine, proclama la República, el sufragio universal, la
abolición de la esclavitud en las colonias, la libertad de prensa y reunión, la
supresión de la pena de muerte, el derecho al trabajo, la libertad de huelga,
la limitación de la jornada laboral a 10 horas y la creación de los Talleres
Nacionales.
Los primeros problemas a los que
tiene que hacer frente el gobierno provisional serán: definir su política
internacional; solucionar la crisis financiera, aumentando los impuestos
directos un 45%, eliminando los impuestos de los artículos de primera
necesidad; en el ámbito político, conseguir la definición y posición del nuevo
Estado, convocando elecciones el 2 de marzo;
por último, Luis Blanc, reclama la creación de un Ministerio de Trabajo
y de los Talleres Nacionales, creando un tejido industrial nacionalizado que
diera trabajo al ingente número de parados. Finalmente las elecciones dan a los
republicanos más de 500 escaños, 300 para monárquicos y 80 para socialistas y
demócratas.
La acción de gobierno de
Lamartine tiene como principal elemento el desmantelamiento de los Talleres
Nacionales y el impulso del ferrocarril, produciéndose una nueva insurrección
que divide París entre un este obrero y un oeste burgués. Cavaignac dirige la
represión y en cuatro días se detienen a 11.000 personas, se deportan a 4.000 y
se producen varios miles de muertos y heridos. Se disuelven los Talleres
Nacionales, se suspende el programa del ferrocarril, se controlan los clubes
políticos y la prensa, se aprueba una nueva Constitución autoritaria, donde
desaparece el derecho al trabajo y es elegido Presidente Luis Napoleón
Bonaparte, sobrino del Emperador. En mayo de 1850 se suprime el sufragio universal
y el 2 de diciembre de 1851 se disuelve la Asamblea, se restablece el sufragio
universal y se proclama Emperador a Napoleón III, dando paso al Segundo Imperio
Napoleónico.
La revolución fuera de Francia
En Italia se produce un primer
proceso revolucionario dirigido por los gobernantes que apoyan la reforma
liberal. En un segundo proceso se extiende la revolución democrática que
provoca recelos entre los dirigentes lo que es aprovechado por los austriacos
para aplastar los movimientos revolucionarios, poniendo de manifiesto la
imposibilidad de una unión entre los gobernantes de los distintos estados para
la unificación.
En Austria se producen tres focos
revolucionarios: a) en Hungría, Kossoth propone la autonomía en la Dieta
imperial, pero la negativa produce un giro independentista que es aplastado; b)
en Bohemia, un grupo de intelectuales pide la autonomía y el movimiento deriva
en un proceso independentista pero Windischgräets bombardea Praga; c) Austria,
el movimiento revolucionario aglutina a obreros y nacionalistas quienes reúnen
8.000 efectivos. Windischgräets sitia Viena con 70.000 soldados y la bombardea.
La ocupación supone una dura represión y la monarquía aparece como nexo común
entre las distintas facciones.
Consecuencias de la revolución
Constituye la última revolución
romántica, pues no se confiaba plenamente en el poder de las barricadas y se
opta por la vía política para alcanzar sus reivindicaciones. Se acentúan los
nacionalismos y los movimientos sociales no están influenciados por las ideologías
obreras. A partir de este momento la ideología obrera domina en todos los
movimientos revolucionarios europeos hasta nuestros días.